Por David Ortiz Mena

El Caribe mexicano enfrenta hoy dos desafíos que, aunque distintos en origen, coinciden en su impacto negativo sobre la imagen y la economía del destino. Por un lado, el sargazo, un fenómeno natural que ha adquirido dimensiones alarmantes. Por otro, el Visitax, un impuesto turístico cuya implementación ha generado confusión, desconfianza y un creciente costo reputacional.

El caso del Visitax es particularmente sensible porque pone en riesgo el activo más valioso del turismo: la confianza del visitante. Más allá de si el cobro es legítimo o no, el problema central radica en cómo se ha gestionado. Circularon versiones que aseguraban que no pagarlo impediría salir del país, afectaría el pasaporte o generaría problemas migratorios. Ninguna de estas afirmaciones es cierta, pero el daño ya está hecho. El visitante se siente engañado, y esa percepción afecta su experiencia, su recomendación y su regreso.

Tratar al turista como una fuente obligada de ingreso, sin transparencia ni claridad, erosiona la relación que durante años se ha construido entre los destinos del Caribe mexicano y sus mercados emisores. Antes de incorporar este cobro en la Ley de Ingresos 2026, es indispensable evaluar seriamente si sus beneficios superan el impacto negativo que está generando. A la fecha, todo indica lo contrario.

En paralelo, el sargazo continúa afectando parte del litoral, especialmente entre abril y septiembre. Aunque no todas las playas lo padecen ni todos los días presentan el mismo nivel de afectación, el esfuerzo de contención y limpieza ha recaído desproporcionadamente en el sector hotelero. Mientras tanto, los recursos públicos provenientes de Zofemat y los Derechos de Saneamiento Ambiental no siempre se aplican con eficacia ni oportunidad.

En Tulum, desde hace cuatro años, el sector privado ha promovido la creación de un fideicomiso que permita ejercer estos recursos de forma transparente y eficiente. La iniciativa cuenta con el respaldo de la Asociación de Hoteles de Tulum y la Riviera Maya, así como del gobierno municipal. Su pronta puesta en marcha es clave para un manejo más equitativo y profesional del problema.

Además, resulta urgente:

• Definir sitios adecuados para la disposición final del sargazo.

• Establecer centros de transferencia próximos a las zonas de recolección.

• Mantener en condiciones óptimas las playas públicas más visitadas.

Algunas voces han propuesto declarar una emergencia ambiental. Si bien el desaparecido FONDEN ya no existe, la creación de un fondo estatal alimentado por los derechos que pagan los cruceristas podría ser una vía para atender situaciones críticas como esta.

Pero la verdadera oportunidad está en el mar. La recolección en aguas someras permite intervenir el fenómeno antes de que llegue a la costa. El reciente reconocimiento del sargazo pelágico como recurso pesquero abre una nueva perspectiva. Gracias al trabajo de organizaciones como The Seas We Love, encabezadas por Toni Chaves e Ignacio Muñoz, el sargazo comienza a ser visto no como desecho, sino como un insumo aprovechable: fertilizante, biocombustible, materia prima agrícola o incluso componente de productos cosméticos y materiales sustentables.

Para que este cambio de enfoque se traduzca en resultados, es indispensable:

• Agilizar los permisos correspondientes.

• Establecer esquemas de colaboración público-privada.

• Fomentar modelos que beneficien a las comunidades costeras.

Tanto el Visitax como el sargazo ponen en evidencia una misma necesidad: pasar de soluciones parciales e improvisadas a estrategias integrales basadas en conocimiento, coordinación y voluntad política. Solo así podremos proteger la reputación del destino, fortalecer la experiencia del turista y transformar los retos ambientales en oportunidades sostenibles.

El Caribe mexicano tiene todo para seguir siendo un líder mundial. Pero para lograrlo, necesitamos claridad en la política pública, compromiso con la transparencia y visión de largo plazo. La confianza del viajero y la salud de nuestro entorno no admiten más improvisaciones